El papel del padre

Roberto Matas fue un hombre violento, egocéntrico, apático y muy machista. Cuando decidí separarme de él, mi lucha por sobrevivir junto a mis dos hijas pequeñas fue muy dura: trabajar todo el día haciendo horas extras para poder mantenerlas y pagar el alquiler. Porque como era de esperar, el padre no aportaba la cuota alimentaria porque según decía a las niñas: "es para la puta de tu madre".

Durante el juicio por alimentos, faltaba a la cita con el juez por "indigente". Decía no tener para el pasaje. Cuando venía a verlas a las nenas, vestía como tal y traía una valija vieja hecha polvo para darle esa imagen a ellas.

Más tarde, renunció a su trabajo para que la Justicia no pudiera descontarle la cuota del sueldo. A pesar de conocer esta situación (incluso la hermana de Laura descubrió documentación que decía que tenía guita y que le habían estado pagando salario familiar por las hijas de la persona con la que vivía), lo seguían visitando y queriendo. ¿Síndrome de Estocolmo? Algo de eso había y hay todavía.

Su nueva mujer, Cleo (sí, de Cleopatra), no me permitió hablar con Roberto cuando lo llamé para hablar sobre la situación de Laura, es más, me insultó erigiéndose en juez interviniente.

La vida con Roberto Matas fue muy triste. Me llevó muchos años levantar mi autoestima que él se había encargado de arrastrar por el piso... Pero más me duele que la relación con su hija Laura no haya servido más que para ponerla en mi contra. Y no me sirve pensar que todo se paga en esta vida. El tiene 13 años más que yo, 75 y hasta ahora no pagó ni una.


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